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Docente e investigador

Monday, October 02, 2006

“LA AVENTURA DE JOSEPH GOLDBERGER CONTRA LA PELAGRA”

En el año 1914 una enfermedad asolaba el sur de los Estados Unidos.

Un hombre del departamento de Salud pública fue enviado entonces para investigar la enfermedad y tratar de encontrar una cura para ella.

El objetivo de este texto es describir los hechos que llevaron a una solución del problema desde un punto de vista científico y hacer una reflexión sobre la base de las prácticas y conocimientos actuales en investigación bioquímica y epidemiológica.

La enfermedad es cuestión es la denominada “pelagra” y el investigador sobre el que vamos a centrar los hechos es el “Dr. Joseph Goldberger”.

Pelagra e historia.
En forma similar a muchos descubrimientos científicos y técnicas, no es fácil establecer la primera descripción en que consta esta enfermedad. Se sabe que el médico Gaspar Casal hace unos 200 años la describió en su práctica de medicina en España. Sin embargo, no sería improbable suponer que ya en informes orales existiera la descripción de la enfermedad pero no se hubiera documentado. Con respecto a los descubrimientos no siempre es fácil establecer incuestionablemente quién es el verdadero descubridor. Esto lo ejemplifica en detalle T.S. Khun con el descubrimiento del oxígeno. Es decir que podemos inferir que la pelagra puede haber estado presente en las sociedades pre-industriales pero estuviera enmascarada por otras enfermedades.

En forma resumida podemos mencionar que la pelagra se caracteriza por lesiones en la piel y problemas gastrointestinales, llegando a situaciones de delirio. Esto ha llevado a que se la nombrara por las tres D: delirio, diarrea y dermatitis.
En la actualidad es más que improbable que en nuestra ciudad algún médico haya registrado un caso de la enfermedad. Como veremos a lo largo del texto las prácticas nutricionales actuales la han eliminado casi completamente. Sin embargo, esto nos obliga a hacer un esfuerzo y tratar de entender la situación en el año 1914. A veces, damos por sentado y obvio hechos porque nos hemos acostumbrado a vivir en otra época. No somos, por lo menos quien esto escribe, más inteligentes que los que nos precedieron. A veces es un buen desafío intelectual tratar de ver de qué forma uno hubiera enfrentado un problema científico con herramientas, tecnología y conocimientos menores.

¿Quién era el Dr. Goldberger?
El Dr. Goldberger provino de una familia de Europa Central, específicamente de lo que fue el Imperio Austro Húngaro. Su familia, de origen judío se afincó en Estados Unidos. Los prejuicios por el origen judío de Goldberger llevaron a que este fuera rechazado en un trabajo en la marina de los Estados Unidos. De allí que este empezara a trabajar en el servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Ya en esa época Goldeberger había trabajado y sobrevivido en temas como fiebre amarilla, tifus y dengue.

Los obstáculos.
A principios de siglo, principalmente en Europa, eran muchos los libros que describían la pelagra. En general, los orígenes propuestos eran diversos así como las curas aconsejadas. Estas involucraban tratamiento con: arsénico, aceite de castor, quinina, estricnina y baños en aguas sanadoras. Es decir que este fue uno de los puntos que el Dr. Goldberger tuvo que considerar a la hora de curar la enfermedad. Su solución estaba diametralmente opuesta a toda esta medicación. Desde el punto de vista social la pelagra era asimilada a la lepra. Una enfermedad que obligaba a esconder y aislar al enfermo. Este fue otro punto que debió combatir Goldberger. Finalmente estaba la opinión de las distintas comisiones gubernamentales. En ese año de 1914 la Thompson Mc Fadden Comision del gobierno americano descartó totalmente cualquier nexo entre la enfermedad y la dieta. Es lógico, pero no aceptable, reconocer la actitud de estas comisiones estatales: los aparatos gubernamentales pueden aceptar una infección o plaga pero no la responsabilidad por las inadecuadas condiciones sociales de las que no pueden eludir sus responsabilidades.

Hipótesis de Goldberger.
Uno de los terrenos más interesantes en la ciencia es saber cuál es el origen de nuestras ideas. Qué elementos, usando palabras de la psicología, disparan una idea. Es bien sabido que Kekulé refiere haber soñado con seis serpientes tomadas de la cola. A raíz de esto pensó en la estructura de hexágono para el benceno. Obviamente esta no fue la razón por la que la fórmula del benceno fue aceptada sino por los experimentos de Kekule para demostrarla a la comunidad científica. En ciencia tanto como en el arte la creatividad tiene un papel importante en la formulación de nuevas teorías, hipótesis y explicaciones.
Puede ser probable que Goldberger en algún momento hubiera escuchado el dicho “feed a pellagrin well, and he´ll do well” pero aún así el hecho debe ser demostrado a la comunidad científica.

Llega entonces Goldberger a la ciudad de Dixie, en Missisipi, con una gran responsabilidad sobre sus hombros. Podemos imaginarlo con un buen recibimiento y respeto porque él era el Investigador a cargo. Para principio del siglo XX se estima que más de 3 millones de personas padecían de la enfermedad y cerca de 100.000 personas fallecieron.
Al llegar, nadie notó en él un deseo de armar laboratorios, ni de trabajar con monos o conejos. Ni siquiera salir a la búsqueda de microbios. Hay que recordar que el éxito notable de Koch en Europa relacionado una enfermedad con la presencia de un microbio casi fijaba un nuevo paradigma. “Si hay una enfermedad búsquese el microbio”.

¿Cuál fue en palabras actuales su trabajo de campo para recolectar datos? ¿Cuál sería el sistema modelo que le permitiría obtener conclusiones experimentales?

Goldberger se dedicó a visitar orfanatos y asilos examinando en cada caso las condiciones de vida.

A partir de sus observaciones concluyó que en un mismo lugar los enfermeros y médicos no se contagiaban. Entonces era poco probable que la pelagra fuera contagiosa. En cambio, observó que la alimentación entre los huérfanos era diferente de la de los trabajadores que los atendían. Básicamente los niños no recibían ni leche ni carne. Existía la posibilidad de alguna explicación a favor de una plaga o forma rara de contagio pero Goldberger eligió un camino diferente.

En principio, puedo deducir que él no se abocó a encontrar la causa de la enfermedad. Directamente, quizás por el peso social, se dedicó solucionar el problema.
Luego vendría la explicación. La gente necesitaba primero dejar de padecer y las explicaciones podrían esperar. No es un hecho que nos tiene que llamar la atención. Por ejemplo, el caucho se usó durante mucho tiempo antes de que los químicos orgánicos elucidaran el tema de la formación de polímeros. En Genética Molecular se complementa una mutante con un gen de una biblioteca. Una vez que se recupera el fenotipo de la bacteria o célula, o sea se vuelve “sana”, el gen puede darnos una idea del origen o causa del problema. Pero esto es fácil decirlo hoy, a lo lejos, cuando a través de cualquier libro de texto podemos leer en dos renglones la solución de ese enigma.

Tres experimentos.
Podría decirse que el primer experimento de Goldberger consistió en mejorar la alimentación de los niños residentes de orfanatos tomados como referencia. Para esta serie de trabajos contaba con el Dres Wheeler y Sydenstricker como ayudantes.
La recuperación de los niños fue alentadora. De cerca de cada 70-80 niños observados luego de introducir leche y carne en la dieta sólo se observó un caso. Tan simple como alimentarlos bien. Parecía demasiado simple. Sin remedios ni causas extraordinarias.
Quedaba pues una primera etapa controlada. Sin embargo según consta en bibliografía la población del estado en muchos casos consideraba insultante que se reconociera que el hambre era la causa de este flagelo. Quizás los habitantes no pensaron en la relación entre las inundaciones y la enfermedad. Las inundaciones del Missisipi producían perdida de ganado y de zonas de pastoreo para los animales. Esto entonces limitaba la utilización de leche y productos frescos para la alimentación. Hoy sabemos que luego de catástrofes de tipo climático es probable la aparición en forma concomitante de enfermedades diversas.

El segundo experimento fue más arriesgado y dudo que hoy la presión pública permitiera que se lleve a cabo. Goldberger necesitaba mostrar que era capaz de inducir la enfermedad en personas sanas. Es decir que la enfermedad no era causada por contagio alguno. Fue a ver al Gobernador del estado, el Sr. Brewer.
La idea de Goldberger era someter a una dieta pobre en proteínas a una población que se ofreciera para el experimento. Se sugirió que los presos podían colaborar a cambio de una reducción de sus penas. Hubo muchas dudas por parte del gobernador, lo que parece lógico. Los abogados de los presos aceptaron el ofrecimiento y acordaron que luego de seis meses de tener la dieta los presos deberían recuperar la libertad. Ni un día después. Por otro lado, el Gobernador temía que se generara una epidemia que no se pudiera detener.
Sean cual fueran los argumentos finales, el experimento se llevó a cabo en la prisión de Rankin Farm con una supervisión constante del Dr. Wheeler. Este revisaba constantemente a los presos en busca de síntomas de la enfermedad. La dieta era basada en hidratos de carbono. Luego de las primeras semanas los síntomas no aparecían pero finalmente empezaron a aparecer cerca de los nudillos y del escroto.
Los presos fueron examinados por especialistas en el tema que reconocieron los síntomas característicos de la enfermedad, aunque se estaban observando en lugares no descriptos en general. Los presos habían cumplido y entonces aún los que contaban con penas por asesinatos, quedaron libres por su colaboración.
Para Goldberger no había dudas de haber inducido la enfermedad.
Pero para la comunidad científica existía la posibilidad de que la dieta hubiera debilitado a los presos y estos entonces fueran susceptibles a contagiarse la pelagra.

Así pues para responder a estos cuestionamientos, Goldberger plantea su tercer experimento. Tan arriesgado como el anterior pero en este caso su salud estaba en juego.
En esos años, el Dr. Francis quien había trabajado en la enfermedad denominada turalemia, había fracasado en el intento de infectar monos con pelagra. Había inyectado sangre o excrementos a los animales y las respuestas fueron siempre negativas. Se llegó a la conclusión que quizás los monos eran resistentes a la enfermedad.

Goldberger planea entonces inyectarse cerca de un sexto de onza de la sangre de un enfermo (unos 25 ml). Así lo hicieron los miembros de su equipo y también su esposa. No hubo desarrollo de la enfermedad en ningún caso y hoy podemos preguntarnos si no fue un “milagro” que alguno de ellos no desarrollara hepatitis o una infección. A este ensayo agregaron la ingestión de pastillas preparadas con harina y descargas intestinales de enfermos.

Estaba claro entonces para Goldberger que la enfermedad: a) era el resultado de la alimentación, b) podía inducirse en individuos sanos y c) no era contagiosa. Sólo quedaba entonces eliminar la enfermedad.

Las levaduras llegan en ayuda de Golberger.
El planteo de Goldberger estaba claro. Una alimentación a partir de leche y carne eliminaba la enfermedad. Pero ¿de dónde obtener el dinero para eso?. Aquí ya la cuestión es dar una lucha contra la pobreza y eso estaba fuera del alcance de este investigador.

Goldberger entonces no se embarcó en ninguna cruzada de discursos moralistas sobre la erradicación de la pobreza. Hizo lo que había hecho toda su vida: siguió buscando una solución a través de la experimentación científica.
Tuvo noticias que un profesor de Yale había logrado inducir la enfermedad en perros. Este grupo estudiaba distintas dietas sin el agregado de carne. Allí por primera vez Goldberger vio un sistema modelo relativamente simple para su trabajo. Había observado comunidades en hospitales o cárceles y observar grupos de perros era un sistema más simplificado.

Accedieron entonces a alimentar a los perros con la dieta de la cárcel de Rankin Farm. El ensayo fue un éxito porque se logró inducir la enfermedad. Los perros presentaban manchas características en sus lenguas. Sin embargo para evitar que los perros pudieran enfermarse de Beriberi se decidió agregar a la dieta un poco de levadura en polvo para asegurarse de que los animales enfermaran sólo de pelagra.
Pasaron los días con esta dieta y los perros no sólo no desarrollaban la enfermedad sino que estaban grandes y saludables. Goldberger había encontrado en forma indirecta el producto o suplemento que evitaba la pelagra: la levadura en polvo o levadura virgen como se la llama hoy en día. Este producto era asequible porque los Alemanes habían desarrollado un método para producirlo a bajo costo a partir de la fermentación de cerveza. Eran ya lo finales del mes de mayo de 1926 y el trabajo de Goldberger se aproximaba al final

En el Milledgaville Insane Asylum, se preparó una dieta suplementando la comida con unas cuantas cucharadas de levadura. Ninguno de los internados mostró signo alguno de la enfermedad. Se consideró entonces que la levadura tenía el factor PP: previene pelagra.
Pero ¿cuál era la estructura de este factor?
Goldberger al igual que Moisés no pudo llegar a la tierra prometida aunque nos guió con su trabajo. Fallece de una forma rara de cáncer en 1929 (hipernefroma).

El factor fue dilucidado por Christiaan Ejikman y Frederick G. Hopkins quienes recibieron el premio Nobel en 1929 por demostrar que el factor PP era una vitamina denominada actualmente vitamina B3. Desde el punto de vista químico es un derivado de la niacina y su derivado, la nicotinamida, también posee actividad biológica.

¿Cómo compatibilizar nuestros conocimientos actuales de la vitaminaB3 sobre lo observado por Goldberger?
Hoy sabemos que en el sentido estricto de la palabra la Vitamina B3, químicamente denominada niacina, puede ser sintetizada por el organismo. Esto ocurre a partir del aminoácido triptofano. Sin embargo, desde el punto de vista práctico esto sólo ocurre cuando el organismo tiene satisfecha sus demandas de triptofano y la dieta es adecuada para permitir la presencia de otras vitaminas y factores necesarios en la síntesis. Entonces se requiere la presencia de la niacina en la dieta.

Conclusiones.
A modo final, podemos decir que hoy quizás las áreas de investigación están más delimitadas que en tiempos de Goldberger. Pensemos que Goldberger actuó como un nutricionista, bioquímico y antropólogo. Hoy su trabajo podría inscribirse en un trabajo multidisciplinario. Esto puede tener aristas favorables pero a la luz de la toma de decisiones sería un poco más lento y no exento de cierto grado de burocratización de las soluciones. Quizás la mayor ventaja estaría dada por el respeto y cuidado de los sujetos de experimentación. La Ética en la investigación científica actual nos obligaría a plantear algunos experimentos de otra forma.
Pero esto en nada minimiza el esfuerzo titánico del Dr. Goldberger y su grupo en su lucha por una mejora en las condiciones de vida.